Consignas:
1)- investigar y definir los siguientes
tipos de energías que existen en la naturaleza:
Energías química, cinética,
eólica, lumínica, hídrica.
2)-Nuestro cuerpo se
encuentra constantemente recibiendo información (estímulos) desde el medio
interno y externo, que son recibido por estructuras receptoras, las cuales son
analizadas y devuelven un tipo de respuesta especifica.
Imagínate que venís
caminando por la calle y te sale a correr un perro, ¿Qué cambios ocurrirán en
tu cuerpo? ¿cuál será la reacción ante tal situación?
3)- Investigo y explico la
teoría de selección natural propuesta por Charles Darwin.
4)- Nombra porque órganos se
encuentran constituidos(anatomía), y la función (fisiología) de los siguientes
sistemas: digestivo, circulatorio, respiratorio y excretor.
5)-Nombrar brevemente los
cambios que se producen en la adolescencia en varones y mujeres.
Consignas:
1)
Teniendo
en cuenta que el cuerpo humano es un sistema abierto que intercambia
constantemente materia y energía con el medio con el propósito de mantener la
homeostasis, (equilibrio) interno y externo, te propongo la siguiente
actividad.
Realizar
un breve texto escrito indicando función y relación de los siguientes sistemas:
digestivo, circulatorio, respiratorio y excretor.
2)-Dibujar
el óvalo argentino de nutrición, indicar cuales son las leyes de la
alimentación y en que porcentaje se deben consumir los hidratos de carbono,
lípidos y proteínas en una dieta saludable.
3)-Explicar
dos enfermedades producto de los trastornos en la mala alimentación.
Consignas:
1)
Teniendo
en cuenta que el cuerpo humano es un sistema abierto que intercambia
constantemente materia y energía con el medio con el propósito de mantener la
homeostasis, (equilibrio) interno y externo, te propongo la siguiente
actividad.
Realizar
un breve texto escrito indicando función y relación de los siguientes sistemas:
digestivo, circulatorio, respiratorio y excretor.
2)-Dibujar
el óvalo argentino de nutrición, indicar cuales son las leyes de la
alimentación y en que porcentaje se deben consumir los hidratos de carbono,
lípidos y proteínas en una dieta saludable.
3)-Explicar
dos enfermedades producto de los trastornos en la mala alimentación.
CASA TOMADA
Julio Cortázar
Nos gustaba la casa porque aparte de
espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa
liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos,
el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en
ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin
estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a
eso de las once yo -le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me
iba a la cocina. Almorzábamos a mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada
por hacer fuera de unos pocos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar
pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla
limpia. A veces llegamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos.
Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther
antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada
idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era
necesaria clausura de la genealogía asentada por los bisabuelos en nuestra
casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con
la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los
ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de
que fuese demasiado tarde.
Irene era una chica nacida para no molestar a
nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el
sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen
cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene
no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias
para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo
destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la
canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de
algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en
mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo
aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar
vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada
valioso a la Argentina.
Pero es de la casa que me interesa hablar, de
la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera
hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pulóver
está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de
abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila,
Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor de
preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la
vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba.
Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza
maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos
plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se
agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
Cómo no acordarme de la distribución de la
casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios
grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña.
Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala
delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living
central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa
por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que
uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los
lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía
a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de
roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la
izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho
que llevaba a la cocina y al baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno
que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los
que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta
parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para
hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles.
Buenos Aires ser! una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a
otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el
polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombo! de las carpetas de
macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero vuela y se suspende en el aire, un
momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue
simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio,
eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita
del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornado puerta de roble, y
daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el
comedor o la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de
silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al
mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde
aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera
demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave
estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más
seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y
cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
-Tuve que cerrar la puerta del
pasillo. Han tomado la parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus
graves ojos cansados.
-¿Estás seguro ?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas-
tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado,
pero ella tardó un ratc en reanudar su labor. Me acuerdo que tejía un chaleco
gris; a mí me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso
porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis
libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca.
Irene extrañaba unas carpetas, un par de pantuflas que tanto la abrigaban en
invierno. Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene pensó en una botella de
Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los
primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con
tristeza.
-No está aquí.
Y era una cosa más de todo lo que habíamos
perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La
limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y
media por ejemplo, no. daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene
se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo
pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene
cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque resulta
molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar.
Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida
fiambre.
Irene estaba contenta porque le
quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros,
pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas
de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno
en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más
cómodo. A veces Irene decía:
-Fíjate este punto que se me ha ocurrido. ¿No
da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le
ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún
sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no
pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me
desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo,
voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños
consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros
dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier
cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce
a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios. Aparte de eso todo
estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico
de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta
de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban
tocando la parte tomada nos poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba
canciones de cuna. En una cocina hay demasiado ruido de loza y vidrios para que
otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio,
pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía
callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos. Yo
creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz,
me desvelaba en seguida.)
Es casi repetir lo mismo salvo las
consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que
iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio
(ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño
porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi
brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra.
Nos quedamos escuchando los ruidos,
notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y
el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro. No
nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta
la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuertes
pero siempre sordos,. a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos
quedamos en el zaguán.
Ahora no se oía nada.
-Han tomado esta parte --dijo Irene. El tejido
le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo.
Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin
mirarlo. .
-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le
pregunté inútilmente.
-No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de
los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi
que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo
que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve
lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No
fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a
esa hora y con la casa tomada.
Profesora:
Silvia Dip. Mail silviareinas@hotmail.com
Industrias
y transformaciones urbanas en Argentina.
Desde
fines del siglo XIX, en la Argentina las industrias se localizaron en aquellas ciudades que habían crecido con la
agroexportacion de materias primas, y contaban con servicios de agua, energía,
redes de comunicación y transporte, y tenían un mercado de consumo estable y
oferta de mano de obra. La progresiva industrialización de 1930 estimulo el
crecimiento de la población y la urbanización, reforzando las desigualdades
entre la zona pampeana y las extrapampeanas.
En
ciudades como Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Santa Fe, se constituyó un
verdadero complejo industrial: fábricas de distintos rubros y tamaños emergían
en los alrededores, generando puesto de trabajo, barrios obreros y
asentamientos informales denominado “villas de emergencia”, todo este proceso
dio lugar a las grandes conurbaciones.
La
continua desindustrialización, iniciada en los años setenta, modifico el patrón
de localización de las industrias; así las áreas históricas como Buenos Aires,
Rosario y Córdoba perdieron establecimientos productivos, ya fueran grandes,
medianos o pequeños. Sin embargo, esto no significo el reemplazo de su roll
económico y productivo por las nuevas zonas industriales.
La
concentración del capital en empresas de gran tamaño empujo a las fábricas
hacia los nuevos parques industriales ubicados en la periferia de las ciudades,
generalmente sobre vías rápidas de comunicación o autopistas. Mientras tanto
las políticas de promoción industrial en las provincias alentaban la formación
de complejos fabriles destinados al ensamble y armado de productos con insumos
importados.
Las
políticas de promoción que generaron una acelerada industrialización en
provincias como Chubut, Neuquén, Catamarca, La Rioja, San Juan, San Luis y
Tierra del Fuego, desprovistas de los factores necesarios para la instalación
de fábricas, consistieron en la provisión de recursos aportados por el Estado y
no por las empresas privadas.
En las
áreas agroindustriales también se produjeron cambios significativos en
provincias como Chaco (algodón), Mendoza (vid), Jujuy y Tucumán (caña de
azúcar), donde se redujeron el número de establecimientos. Mientras tanto, en Misiones (celulosa, yerba mate
y te), Corrientes (cítricos) y el alto
valle de Rio Negro y Neuquén (frutos, manzana, ciruela y pera) se verifico una
concentración del capital industrial y los pequeños establecimientos fueron
absorbidos por parte de las grandes empresas integradas, que pasaron a
controlar todos los eslabones de producción.
Actividades. Luego de leer compresivamente el texto, responde las siguientes
preguntas:
a. ¿En qué ciudades se
establecieron las primeras industrias en Argentina? ¿Qué factores favorecieron la
elección de esa localización industrial?
b. ¿Qué transformaciones produjo
dicha localización industrial en las ciudades mencionadas?
c. ¿Cómo afecto la
desindustrialización de los años setenta a las ciudades?
d. ¿Dónde se localizaron los
parques industriales?
e. ¿Qué medidas tomo el Estado
para promover la industria en el resto
de las provincias?
f.
¿Cómo afectaron las grandes empresas a los pequeños establecimientos?
Contenidos
a trabajar:
1. Surgimiento y
consolidación del peronismo
1.1 investiga los orígenes de
Juan Domingo Perón, sus primeros pasos institucionales y su lanzamiento a la
política.
1.2 Investiga las ideas y estrategias
que le permitieron alcanzar la presidencia en 1946
1.3 Completa un cuadro donde
se puedan ver las políticas sociales, económicas y culturales de la primera
presidencia de Perón
1.4 Analiza las causas de la
crisis que lleva al golpe de estado de 1955
1.5 Escribe una reflexión
personal sobre los estudiado comparado algunas situaciones actuales
Para realizar este trabajo indaga libros (de texto) de
historia o busca en internet. Mira videos en You Tube
Fecha
de entrega 15 de noviembre
Recuerden que deben entregar todos los trabajos en esa
fecha para concluir los tres trimestres, de no cumplimentar este requisito
deberán seguir trabajando. Aprovechen a terminar 4º año con la materia
aprobada.
Prof. Alvornoz. Correo electrónico: claraerciliaalvornoz@gmail.com,
Código de classroom: xqvoeje
Partido de Gral San Martín